Juan Enrique Vargas, director de CEJA, analiza reporte 2006-2007 de la justicia

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Juan Enrique Vargas, director de CEJA, analiza reporte 2006-2007 de la justicia:
“Chile tiene pocos jueces y fiscales y aun así produce más respuestas que sus pares… Eso es una buena cosa”

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Directivo rescata los avances en materia de transparencia, el nuevo Sistema Penal y la eficiencia de la justicia chilena al compararse con el resto de los países de América.

El pasado 8 de agosto, el Centro de Estudios de Justicia de la Américas (CEJA) dio a conocer el reporte que muestra una radiografía de los sistemas judiciales en los países de la región. El informe, correspondiente al periodo 2006-2007, revela que la justicia chilena es una de las más pequeñas –en cuanto a número de jueces y fiscales- y, sin embargo, es una de las más eficientes en cuanto a causas ingresadas y casos resueltos.
El director ejecutivo de esta corporación, Juan Enrique Vargas, explica los avances y desafíos que se presentan para la justicia chilena y compara la realidad local con las experiencias en América.

-Chile encabeza la tasa de litigiosidad y la gente recurre cada vez más a los tribunales ¿Contrasta eso con la percepción negativa que se tiene de la justicia?
– Hay varios elementos en juego. Por una parte, hay una fortaleza del Estado de Chile, a diferencia de lo que sucede en muchos países en que el Estado tiene escasa presencia y mucha debilidad y, por lo tanto, muchos de los temas que aquí (en nuestro país) se resuelven en ambientes formales, en otros países quedan en la informalidad. En materia de justicia criminal, en muchos países los conflictos existen pero, o la gente no está dispuesto a llevarlo a la justicia porque no confía en ella o hay otras vías no legales que operan como mecanismos de solución. En algunos países, a nivel policial, se terminan gran parte de los casos criminales y nunca llegan al Ministerio Público. En Chile eso no sucede, porque si hay una denuncia, esta llega al Ministerio Público. 

-¿Somos un país judicializado?
-No creo… No hay antecedentes fuertes de que seamos más litigiosos per sé. Más bien lo que hay es que el conflicto es recogido por el sistema formal, cosa que no ocurre en otros países. A partir de eso uno puede pensar que la gente confía en la justicia…

-Y la litigiosidad ¿es buena o mala?
-Un primer tema es el acceso a la justicia, de igualdad ante la ley, que todos tengan la posibilidad de recurrir a los tribunales. Ese es un valor importante y las políticas públicas se preocupan de eso. En países donde la justicia es pequeña, no son los ricos quienes se quedan afuera del sistema, sino que los pobres. Ahora bien, hay que situarse en este tema desde una perspectiva en que si efectivamente estamos dando acceso a la justicia a cosas que se justifican. Ahí uno puede encontrar muchas cosas donde la respuesta es ambigua o negativa. Hoy los jueces están viendo asuntos donde no hay conflictos, donde no es necesario el sistema judicial… En la definición de lo que entra al sistema hay cosas a las cuales habría que meterle mano, hacer un filtro y decantar… Ahí tenemos que avanzar un poquito más…

-El reporte da cuenta que la justicia es chica pero eficiente.
-Si uno compara el sistema chileno con sus pares latinoamericanos se da cuenta de que tiene pocos jueces y pocos fiscales, que gasta razonablemente, que ve más casos y  aun así produce más respuestas que sus pares. Eso es una muy buena cosa.

-¿Y eso no es una contradicción con lo que arrojan las encuestas de opinión?
-Lo que ocurre con las instituciones en Chile es una cierta crisis de expectativas. Tenemos un mínimo donde la cobertura está asegurada… En la educación está asegurada la enseñanza básica y media, pero la gente tiene una mala percepción de la educación porque espera una mayor calidad. En justicia pasa lo mismo, hay cobertura, pero la gente pide más. Hay una diferencia entre las expectativas y la realidad.

-¿Sumado a un eventual desconocimiento de la labor de la justicia?
-Hay un tema de cuál es la opinión reinante sobre los servicios judiciales, que es una opinión más crítica que la opinión objetiva de los usuarios del sistema. La gente que no ha tenido contacto con el sistema tiene una opinión más crítica que quien ha tenido una experiencia directa. El rumor, la opinión desinformada o la opinión común corren en contra del sistema y ahí es donde uno encuentra las malas opiniones.
El caso, además, es más complejo porque, si bien se ha mejorado la calidad de los jueces, han aumentado los recursos, la formación es más estricta, no es el mismo Poder Judicial del pasado. El tipo de asuntos que veía hace 10 años es distinto al de hoy, porque al mismo tiempo que ha mejorado se han ido ampliando sus facultades. Hoy día no hay nada, ningún conflicto político, económico, social, de la farándula que no termine en el Poder Judicial. Se han ido agregando e inflando cosas de gran impacto público. Antes, el Poder Judicial estaba en el foco por la crónica roja… hoy es por todos.

-Las primeras críticas al nuevo sistema penal adolescente, ¿están vinculadas a una crisis de expectativas?
-Absolutamente. Ahí queda en evidencia otro problema que lo hace más complejo: el Poder Judicial es la cara visible de un sistema, que es la justicia, pero es un sistema en el cual operan otros actores con altos grados de autonomía, como el Ministerio de Justicia, Sename, Defensoría, el Ministerio Público, Carabineros e Investigaciones. Entonces, cuando se ven problemas en las medidas de tratamiento, la gente tiende a mirar al Poder Judicial, a focalizar ahí esta idea de sistema… Y por mucho que el Poder Judicial haga bien su pega, que su metro cuadrado se maneje bien, si los otros actores no lo hacen, nunca va a ser bien evaluado. A la gente no le importa que le digan que en su caso los jueces hicieron la pega perfecta, pero que falló la policía o el Ministerio Público… Finalmente quiere que el sistema responda a sus requerimientos. Si el sistema falló, la gente, por su inconsciente colectivo, cree que el Poder Judicial es el responsable, mientras que el resto –aun siendo los responsables- puede pasar desapercibido.

-¿Se está más susceptible a la crítica porque el radio de acción es más amplio?
-Exacto. Esto se ve acrecentado por un tema de comunicación, porque el Poder Judicial tiene problemas para comunicarse con la ciudadanía y eso ocurre porque la función jurisdiccional es por definición contra mayoritaria, no hace lo que las masas quieren. No se condena a alguien porque la gente lo quiere, sino que por la ley y las pruebas. Entonces eso, a la hora de hacer un fallo, se replica desde el punto de vista institucional y genera problemas, porque el Poder Judicial aparece como una institución que no tiene la destreza para dialogar con la opinión pública, se ve más bien distanciada, cuando lo que ocurre es una situación distinta.

-El reporte habla de la situación penitenciaria ¿cómo ven ustedes estas cifras, considerando que Chile es el más alto de América Latina?
-… Y donde el número de personas privadas de libertad crece constantemente año a año.

-¿No tendría asidero, entonces, el concepto de “la puerta giratoria”?
-Lo que pasa es que en Chile ha habido, más allá de esa discusión, un cambio en la composición de la población privada de libertad y que es atribuible a la Reforma. Antes de la Reforma Penal dos tercios de las personas estaban en prisión durante el proceso. Hoy en día las cifras se invirtieron y sólo un tercio está en prisión preventiva… Este era uno de los objetivos expresos de la reforma, que se quería, porque la crítica al sistema inquisitivo era el alto porcentaje de personas privadas de libertad durante el procedimiento… Que después incluso quedaban en libertad por inocencia, o porque sus penas no eran motivo de cárcel. Pero la contracara de la moneda es que al momento de llegar a la sentencia se está condenando mucho más rápido, con penas más altas y a más gente, y eso explica la ampliación de la población penal.

-Por último, ¿cree que ha mejorado la transparencia de la justicia chilena?
-Siempre he pensado que Chile es un país muy raro en cuanto a indicadores. Los expertos dicen que hay un relato importante entre opacidad y corrupción. Chile ha sido un país con poca corrupción pero con mucha opacidad, con poca transparencia. Uno podría decir que esto no es sostenible en el tiempo… Y durante los últimos años ha habido un esfuerzo general por avanzar en transparencia y, particularmente, del Poder Judicial. Antes era una institución bastante opaca, partiendo de que los procedimientos escritos que por definición eran poco transparentes y ahora son crecientmente orales. También en su operatoria, en su gestión administrativa, en su página web, con una filosofía que se está desarrollando notablemente y eso se nota. Nosotros hacemos un índice de acceso a la información a través de Internet todos los años. Este año vamos a publicar la tercera versión y el nuevo sitio del Poder Judicial eleva la posición relativa de Chile. Las mejoras son bien significativas, desde el punto de vista objetivo y cultural, hay una predisposición distinta y eso es muy bueno.